Yo voy en trenes
Los cuentos de este libro debut transcurren en
trenes y en librerías. Pero no porque haya turismo o búsqueda de ilustración cultural
distintiva, sino por el común motivo de una vida signada por el trabajo
precario: viajes agobiantes y empleos en negro. La determinación dada por la
necesidad material de la subsistencia no agota, sin embargo, las vidas de estos
personajes jóvenes y apenas disimuladamente sentimentales; no: en cada vagón
repleto y sudoroso, en cada depósito o vidriera de golosinas legibles,
encuentran un refilón donde pararse, donde encontrarse. Amagos de amor, guiños
de camaradería, flores en el barro suburbano de estos quince relatos del autor
nacido en Longchamps en 1983. Se trata de un minimalismo de la precariedad. Que
avanza, empero, en recuperar un ansia de épica: la épica que puede entreverse
en las vidas grises, invisibles por tan multitudinales.
Desde jefes por demás vigilantes hasta puertas
de furgones que se cierran antes de lo debido, pasando por el propio calor del
verano en el asfalto, el paisaje de Ida muestra
la ciudad como gran mercado cuyas condiciones alejan a los pibes laburantes de los
lugares donde se deciden las cosas y los destinos. Pero esa triste distancia,
entre las vidas y sus determinaciones, se revitaliza al ser apropiada por la
mirada narrativo-poética de este sensible animal urbano, que afinca su morada
siempre nómade en cada pausa fatal, cada hiato, cada tiempo solo aparentemente muerto.
[RS abril 2013]
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