Gustosa Prisión
Cárcel sibarita en la Francia post-jacobina
En el 1794, cinco larguísimos años después de
la Revolución, guillotinado ya Robespierre, Francia se ve sacudida por intrigas
políticas y traiciones económicas; los grandes sueños de refundación
igualitaria de la vida común lidian con la sombra envilecida de sus ambiciones…
Un libertario jacobino, gran orador que arenga multitudes contra las
mezquindades de los nuevos funcionarios estatales, es apresado: con su llegada a
la inexpugnable fortaleza de Maubeuge comienza la novela, cuyo relato se
regocija al interior de una prisión harto extraña, con “celdas” que tienen camas
doble plaza, sillones de terciopelo y hasta chimeneas crepitantes; con un régimen
alimenticio digno de la más alta envidia; con reclusos que son teósofos esotéricos,
geómetras reversibles y divos andróginos castrati.
El autor, Miguel Brascó, nació santacruceño en 1926 y
es un creador renacentista por plural: poeta, pintor y dibujante (hizo la tapa
del libro), sommelier libertario (“el mejor vino es el que mas le guste”), critico gastronómico y
compositor de folklore, y, a juzgar por esta divertidísima novela, un narrador danzarín
que logra lo que pocos: afectar graves asuntos con una pícara historia. La
libertad y su imposible fijación en una imagen, el amor y la insondable vinculación
del yo con el yo a través del otro, la política y sus preguntas por las
implicaciones de los militantes, son problemas que no salen indemnes de la
novela pero sin ser tematizados por El
prisionero, porque su prosa no es programática,
es libre.
[publicado en Rolling Stone noviembre 2013]
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