De la calentura del
alma
“Tres nouvelles calientes” es el subtitulo del
libro, y en efecto la escritura del autor uruguayo (nacido en el 51) es una
prosa térmica –que a veces salta, pero su regulación, su intensa aunque frágil contención,
muestra la enorme distancia entre la literatura erótica y la pornografía. El
primer relato es una pinturita que narra con alta galantería expresiva la trágica
muerte de un efebo totalmente presa de la pasión (“El cadáver es el instante de
esplendor de un mundo que colapsa”; de ahí el nombre del libro), flechado en un
boliche de verano por una chica, jovencita como él, que resulta ninfómana,
exhibicionista y algo masoquista, aunque esta aplicación de etiquetas congela
las irrefrenables necesidades de placer
que se muestran, en narrativas logradas como las de Lissardi, irreductibles a
todo rotulo abstracto.
El segundo relato, “La Diosa idiota”, es acaso menos
feliz, el más anclado en el ejercicio del coger y coger y coger, con momentos
de monótona repetición (lo cual al fin y al cabo es fiel a la sexualidad de los
personajes, que arremeten altos kilómetros de genitalidad y no llegan a sitio
alguno), aunque con un triángulo amoroso finamente construido y, hay que
decirlo, inevitables efectos de aceleramiento del bombeo cardíaco en el lector.
[RS marzo 2013]
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