El paraíso va a
explotar
Rescate de una desopilante distopia caribeña
del autor de culto estadounidense; mordacidad terapéutica con terror ante la
ciencia y la mujer mas hermosa del mundo.
Pocos autores son tan masivos y a la vez de
culto como Kurt Vonnegut; su mundo es uno de los más ricos legados de la
literatura del siglo, y Cuna de gato,
su cuarta novela (que salió en el 63 y La
Bestia equilátera vuelve a poner a disposición para lectores argentinos con
traducción propia y tapa ilustrada por Liniers), es una estupenda puerta de
entrada para los que tienen la fortuna de tener toda su obra aun por delante, y
una perla para los fanáticos de sus novelas más trajinadas (Matadero cinco, Desayuno de campeones). Van a encontrar aquí un relato encabezado
con una sentencia de la religión inventada en la novela, el bokononismo: “En este libro nada es
cierto”. En efecto, se trata de una religión que alienta el valor de la
mentira; ante el horror de la verdad, los hombres encuentran sin embargo
mentiras que realmente funcionan para el bienestar anímico: una tragedia sin
dramatismo.
Futuro bokononista, el narrador y protagonista de
la novela comienza queriendo escribir un libro sobre el día en que Estados
Unidos tiró la bomba atómica en Hiroshima. Centra su investigación en el científico
que fue padre de la bomba, un hombre “que era una fuerza de la naturaleza
desatada”, un, quizá, ejemplo de que “cualquier cosa en la que trabaje un científico
termina por ser un arma”. Sin embargo, cuando ve que el hijo prófugo del científico
aparece en una foto de diario como ladero del dictador de la republiqueta
caribeña de San Lorenzo, donde aparece también la impactante hija adoptiva del déspota,
el protagonista decide dejar todo, que es casi nada, y volar a su destino.
Que en el bicho humano conviven la increíble
capacidad de generar divinidad con la también asombrosa capacidad de generar la
destrucción de la vida en el mundo es un tópico vonnegutiano presente en Cuna de gato. Aunque como prisionero de
guerra en la Alemania Nazi Vonnegut haya estado presente en el bombardeo de
Dresden (donde las bombas anglo-estadounidenses mataron en cuatro días a
alrededor de veinticinco mil civiles, hirieron incontables y destruyeron
cuarenta kilómetros cuadrados del centro urbano: un verdadero infierno), la
marcada influencia de su contexto histórico en la obra del autor no la atornilla
a su tiempo; no envejece aunque haya pasado el nazismo y también la Guerra Fría.
Vonnegut (1922-2007) vio en la materialidad de su tiempo una paleta de las
potencias humanas, de creación y destrucción, pero, sobre todo, elabora un
registro enunciativo que permite atestiguarlas sin sucumbir.
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