Al calor de las revueltas suburbanas de los últimos años, llegan de Francia dos libros breves pero contundentes que actualizan la crítica radical.
En 2007, dos años después de la ola de ocupaciones callejeras, quema de autos y enfrentamientos con la policía en suburbios de Paris y otras ciudades francesas, una brigada anti-terrorista fue a Tarnac, pueblo de 350 habitantes, para apresar a grupo-comunidad de jóvenes acusado de sabotear trenes de alta velocidad. No aparecieron pruebas y fueron liberados; salvo uno, Julien Coupat, acusado de ser el autor de La insurrección que viene: “lo cual demuestra la naturaleza policial del concepto de autoría”, declaró desde su celda (entrevistado por Le Monde). Salio en 2009 bajo fianza pero lo importante es que el libro, de hecho firmado colectiva y casi anonimamente por el Comité Invisible, tras la persecución estatal se convirtió en una suerte de best seller en su categoría, arenga de critica radical y subversión por éxodo. Como si faltara mas, un hiper conservador locutor de la Fox News (Glenn Beck) salio al aire diciendo que era un libro peligroso y maligno, y su edición estadounidense llego al best-seller de Amazon.
La insurrección…, un llamado al combate contra el orden de trabajo, consumo, entretenimiento y explotación, dice que los bajoneados no estamos deprimidos: estamos en huelga. Huelga de vida. Llama a la acción directa –sabotaje y expropiación- y la deserción en focos: las comunas autónomas. En Argentina lo editaron varios sellos del under editorial, uno de los cuales (Hasta que llegue el silencio, rebautizado Folia), también publicó un libro hermano, El llamamiento, firmado por “Algunos miembros del Partido imaginario”. El llamamiento es mas sólido como texto y menos directo en su interpelación; ambos libros (que circulan por Internet y los aglutina el sitio de Tiqqun, ex revista de filosofia, bloom0101.org) se inscriben sensible e inmediatamente en una misma inquietud, con puntos de fuerte compañerismo con Marx, Debord, Deleuze, Spinoza, Bakunin; trafican muchas lecturas, pero digeridas, no repetidas. Y pasan por discusiones y problemas de filosofía y política contemporaneas sin entrar en código, sino siguiendo el calor de lo común, lo que puede hablar, en principio, a cualquiera. Son europeos: suponen un marco de abundancia de recursos de sobrevida –lo precisan-, y un craso desierto afectivo –contra el que se alzan. Alertan que vivimos el triunfo desarrollado del liberalismo existencial, definido en que cada uno tiene su vida y es dueño de ella (“hasta la experiencia es concebida como propiedad”), donde somos maquinas de supervivencia, en carrera hasta caer entre otros igualmente indiferentes: tal es la operatoria del control bajo dominación política del trabajo, que, dicen, es “el modo de existencia impuesto victoriosamente sobre los demás, al tiempo que, paradójicamente, mantiene a los trabajadores en una superfluidad precaria”.
[En Rolling Stone]
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