Liberal al agua!
En la segunda mitad de los treinta, años de recuperacion post-crack, el caballero newyorkino Henry Standish se dedica prosperamente al negocio bursátil, tiene esposa hermosa e hijos felices. Pero de pronto cae en cama a pesar de su fiel salud, y solo sale para salir: sale de su vida cotidiana, de su ciudad, de tierra firme. Se va hasta Hawai; no sabe por que, pero estar a la deriva le sienta bien. En el regreso, en barco por el Pacifico, ¡ah el accidente!, y vestido impecable -cuando el siglo veinte todavía guardaba mucho de la formalidad del diecinueve-, Mr Standish cae al agua: splatsh.
Fue solo después de la segunda guerra mundial que la subjetividad moderna extendio su crisis radical, de manera que cuando Standish cae, tenemos ahí, cabeza visible y cuerpo sumergido, al racionalismo tecnico, al individuo conciente de si, que domina el cuerpo y sus pasiones; el sujeto sin misterio ante el insondable abismo del cielo y el océano, la naturaleza que es la nada, solo objeto, cuyo presunto silencio, sin embargo, mientras el astro de fuego sube al cenit y baja al horizonte, corroe –liquida- las verdades comprobadas y sostenidas con disciplina que hacen o hacian del mundo visto desde Mr Standish un lugar sabido; la nada se revela infinito, y tal escala mide la vida. Lewis (1909-1950) escribio una novela breve y muy pilla: porque su galante deduccionismo expositivo disimula su oscuridad motora, y porque su tema amenaza con ejercer el acaudalado “genero naufragio” pero sin embargo…
Se trata de un “rescate” y no es chiste: el sello capitaneado por Luis Chitarroni hizo traducir por primera vez al castellano esta bella perlita del 37.
[En Rolling]
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