Nazis a la vuelta
Premio Goncourt
a la primera novela, HHhH se sumerge
en el heroísmo y las masacres de la segunda Guerra Mundial.
[Por AjV; publicada en Rolling Stone 2012]
Elogiada en
su Francia natal y varios países de Europa, llega esta opera prima de Laurent
Binet (nacido en el 72 aunque no parezca en la foto de solapa), que hizo el
servicio militar en Eslovaquia y vivió en Praga: la capital checa, donde
transcurre su historia, sobre dos soldados de la resistencia que en 1942 saltaron
en paracaídas desde un avión ingles a Republica Checa, sangrientamente controlada
por Alemania como media Europa. Su mision, matar a Reinhardt Heydrich, no solo dictador
del país, sino quien diseñó la solución
final para la cuestión judía; Heydrich era el segundo de las SS detrás de Heinrich
Himmler; “HHhH” son las siglas en alemán de “el cerebro tras Himmler es Heydrich”.
En la Praga
del 42 transcurre la historia de Binet, que no es suya, sino real de la
Historia, pero por otra parte la Historia no está en otro lado que en los
relatos actuales del pasado, entonces si se convierte a un personaje verídico
en uno literario… Reflexiones sobre esta problemática salpican la narración. El
autor cuenta cómo piensa, en su vida cotidiana, la historia y el libro que esta
escribiendo; aparece su padre, sus novias, su cuarto. Narra escenas donde el
jerarca nazi, por ejemplo, reta a un subordinado, y al capitulo siguiente critica
el abordaje que utilizó, mostrando lo falaz o simplemente inventado que era.
Como quería
Piglia para los cuentos, Binet cuenta una historia que cuenta otra historia: un
relato de acción y heroísmo cuenta la historia de la escritura de una novela
bajo la pregunta sobre la relación entre ficción y memoria histórica. Ensambla
una novela histórica basada en hechos reales con un diario de su escritura. Construye
con mucho talento el thriller del atentado contra Heydrich, la tan conmovedora
como precaria red de insumisos que lo gestan; transmite la pasión que le genera
la vida de aquellos muertos que quiere homenajear. Por supuesto que, desde las
monumentales Crónicas del propio Churchill hasta Las Benévolas de J. Little (pasando por K. Vonnegut, C. Malaparte,
V. Grosmman…), literatura sobre la segunda guerra abunda. Binet propone esta reflexión
“en voz alta” metida en la novela sobre su propia confección, interrogando lo
que llama “el poder de la literatura”; acaso, también, al hacerse a sí mismo
protagonista, intenta refutar la escisión autor-obra. La pregunta por el vínculo
pasado-presente tiene una cúspide dudosa: un combate que dura varios días es
contado fechando las jornadas en 2008. Trae la escena del pasado intacta, como
un bloque entero –con nazis y mártires- que incrusta en nuestro siglo. Como si no
hubiera hoy posibles (por no decir evidentes) rasgos compartidos por el nazismo
y prácticas actuales, -digamos la subjetividad genocida o la concepción nazi del hombre-, o sea, como si no hubiera mal en
el consenso triunfante.
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