Fanaticos de la noche
Librazo por la cantidad de sus páginas -723- y por la combinación de hondura infatigable con dinamismo atrapante, además de lo que valdría llamarse “interés” de la trama: noviembre de 1942 en la capital portuguesa, a horas de vencer el ultimátum británico para declararle la guerra al Eje (que avanza en inexorable dominio sobre Europa; aún no perdió Stalingrado ni hubo Día D), el cónsul argentino es centro de atención nacional tras anunciar la llegada de un carguero lleno de cereal, que donará, no precisó a quién en particular, lo cual genera ansiedad e industriosa vigilia en el gobierno de Salazar, así como en ambos espionajes aliado y fascista. En una larga noche, se anudan los hilos de la Historia.
Las situaciones de varios personajes, interconectadas, se mechan para mostrar el denso pasar de las horas de la víspera, clave también para la resolución de sus destinos íntimos. Hasta el maestro Enrique Santos Discépolo, de misteriosa visita en la ciudad con su esposa Tania, brinda sus tonos a los vastos matices de la oscuridad lisboeta. Acaso una verdadera gran obra. Las diferencias de clase social –su perennidad histórica naturalizada casi como diferencias de especie-, la amplia gama de conductas y pensamientos que se resumen en el término homosexualidad, la confesión –ni a cura ni a juez- como género del ser iguales, el tango y el fado, son algunos de los temas tratados por esta escritura que en realidad no sólo pareciera tratarlo todo, sino presentar, sensiblemente implícito, aquello que no se puede significar.
Publicado en Rolling Stone, julio 2010
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