A la versión virtual le falta este pedazo:
Elinterpretador.net es la revista más importante surgida de la Facultad de Filosofía y Letras en esta década; dispone un riquísimo banco de textos, opera puentes intergeneracionales (fundada por estudiantes, colaboran profesores como Christian Ferrer, Jorge Panesi, Diego Tatián) y, sobre todo, contra la dispersión hace patente la productividad de un circuito cultural. Incardona la dirige y diseña con una estética oscura, no complaciente, recordando siempre las bajas pasiones y la cercanía mortuoria; rasgos casi opuestos al clima de los relatos de Villa Celina.
¿Hay puntos de contacto entre la escritura de VC y el proyecto de El Interpretador?
Al Interpretador le interesa mucho la literatura que se vincula de modo fuerte con la realidad, la política, la historia. Por su puesto que toda la literatura se vincula, pero en algunas eso se evidencia de modo más fuerte. Antes era mensual y ahora la hacemos trimestral para editorializar completamente el número, todos los textos son encargados y están centrados en un dossier. Los últimos fueron sobre el río, sobre el trabajo y ahora haremos uno sobre la pobreza, siempre hablando de su presencia en la literatura. Queremos meternos con temas que tengan con ver con lo nacional y con la tradición, armar un canon propio a partir de esa excusa temática. Ese interés por pensar al texto en un contexto, a la literatura vinculada directamente con otra cosa, quizá es el genoma común del consejo editor. No buscamos el arte por el arte, literatura como entretenimiento, ninguno de la revista tiene esa visión. La literatura es un discurso que participa de la historia y también moldea el imaginario.
¿Alrededor de cuántas visitas recibe?
Cuando era mensual, unas tres mil diarias; desde que es trimestral, mil quinientas o dos mil diarias. Es que aparte de la gente que va directo, hay muchos que llegan buscando cosas de literatura argentina. Si uno busca un autor argentino contemporáneo, en la primera página de resultados de Google aparece siempr eel Interpretador, es impresionante. Realmente dimos cuenta de toda una época, en cinco años. Trabajamos mucho la verdad. Todo lo que leímos, lo que escribimos, los mails que mandamos, el diseño. Todo por necesidad de expresarnos y aprendiendo sobre nuestra propia práctica, como un oficio. Además, cuando la fundamos no había en internet una revista literaria, con tapa, sumario, contratapa, periodicidad. Buscamos desde este soporte nuevo inscribirnos en la tradición de revistas culturales argentinas, que es gloriosa; humildemente, por supuesto, uno trabaja para eso.
¿Cuánta importancia le da a la operatividad social de la revista, su labor tejiendo red de vínculos?
Me interesa mucho eso, igual creo que es un fenómeno de la época, muy positivo. A partir por un lado de internet, que permite que la gente se conecte rápidamente, se lea entre sí, y el fenómeno de las lecturas en vivo que se extendió tanto en los últimos años en Buenos Aires, se armó un combo social que hizo que se juntara gente que quizá en otras épocas estaría más aislada, porque la escritura es algo muy solitario. Con esto se conocen, se hacen amigos, novios, proyectos. Y El Interpretador participa de toda esa red.
Elinterpretador.net es la revista más importante surgida de la Facultad de Filosofía y Letras en esta década; dispone un riquísimo banco de textos, opera puentes intergeneracionales (fundada por estudiantes, colaboran profesores como Christian Ferrer, Jorge Panesi, Diego Tatián) y, sobre todo, contra la dispersión hace patente la productividad de un circuito cultural. Incardona la dirige y diseña con una estética oscura, no complaciente, recordando siempre las bajas pasiones y la cercanía mortuoria; rasgos casi opuestos al clima de los relatos de Villa Celina.
¿Hay puntos de contacto entre la escritura de VC y el proyecto de El Interpretador?
Al Interpretador le interesa mucho la literatura que se vincula de modo fuerte con la realidad, la política, la historia. Por su puesto que toda la literatura se vincula, pero en algunas eso se evidencia de modo más fuerte. Antes era mensual y ahora la hacemos trimestral para editorializar completamente el número, todos los textos son encargados y están centrados en un dossier. Los últimos fueron sobre el río, sobre el trabajo y ahora haremos uno sobre la pobreza, siempre hablando de su presencia en la literatura. Queremos meternos con temas que tengan con ver con lo nacional y con la tradición, armar un canon propio a partir de esa excusa temática. Ese interés por pensar al texto en un contexto, a la literatura vinculada directamente con otra cosa, quizá es el genoma común del consejo editor. No buscamos el arte por el arte, literatura como entretenimiento, ninguno de la revista tiene esa visión. La literatura es un discurso que participa de la historia y también moldea el imaginario.
¿Alrededor de cuántas visitas recibe?
Cuando era mensual, unas tres mil diarias; desde que es trimestral, mil quinientas o dos mil diarias. Es que aparte de la gente que va directo, hay muchos que llegan buscando cosas de literatura argentina. Si uno busca un autor argentino contemporáneo, en la primera página de resultados de Google aparece siempr eel Interpretador, es impresionante. Realmente dimos cuenta de toda una época, en cinco años. Trabajamos mucho la verdad. Todo lo que leímos, lo que escribimos, los mails que mandamos, el diseño. Todo por necesidad de expresarnos y aprendiendo sobre nuestra propia práctica, como un oficio. Además, cuando la fundamos no había en internet una revista literaria, con tapa, sumario, contratapa, periodicidad. Buscamos desde este soporte nuevo inscribirnos en la tradición de revistas culturales argentinas, que es gloriosa; humildemente, por supuesto, uno trabaja para eso.
¿Cuánta importancia le da a la operatividad social de la revista, su labor tejiendo red de vínculos?
Me interesa mucho eso, igual creo que es un fenómeno de la época, muy positivo. A partir por un lado de internet, que permite que la gente se conecte rápidamente, se lea entre sí, y el fenómeno de las lecturas en vivo que se extendió tanto en los últimos años en Buenos Aires, se armó un combo social que hizo que se juntara gente que quizá en otras épocas estaría más aislada, porque la escritura es algo muy solitario. Con esto se conocen, se hacen amigos, novios, proyectos. Y El Interpretador participa de toda esa red.
1 comment:
Me parece que esta buena la idea de compartir y desde la web se pueden hacer ese tipo de cosas.El interpretador es una de esas cosas.
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